
El número 42 de la colección de piezas teatrales de Teatro del Astillero da a la luz tres obras del autor Pedro Martín Cedillo (Premio SGAE de Teatro 2016). El valle de los cautivos, El jardín del Edén y La ciudad invisible, que el autor ha recogido en este volumen que titula TRILOGÍA.
http://www.teatrodelastillero.org/editorial/cedillo_42.htm
En 2014 me tropecé por casualidad con una obra de un autor desconocido para mí: Pedro Martín Cedillo, y me dejó boquiabierto principalmente por el tema que trataba: la construcción del Valle de los Caídos visto a través de los presos que lo levantaron. También por sus sueños, por sus esperanzas y desesperanzas sin proclamas políticas y, sin embargo, con mucha lucidez. También me maravillaron la fuerza de sus situaciones, la mezcla de sentido del humor y dramatismo, las metáforas, sorprendentes, llenas de pequeñas y certeras sugerencias y sus diálogos nuevos, intensos y frescos, también poéticos muchas veces sin ser blandos.
También me interesó el uso inteligente del espacio y el tiempo, rompiéndolo frecuentemente para comprender mejor la realidad, pues un personaje podía estar en dos sitios a la vez hablando con personas distintas. Quizás no es un hallazgo nuevo, pero aquí está muy bien utilizado.
Convencí al autor para montarla y salió muy bien.
Uno de los temas preferidos de Pedro Martín Cedillo es la memoria histórica, pero con mayúsculas. No solamente la española, sino la universal, la de los seres humanos. Este interés puede verse en las dos primeras obras, pero también en “Campo de noche y niebla”, premio SGAE, donde aborda un acontecimiento (el regreso de los supervivientes de un campo de concentración) a quienes se mira con desconfianza, apareciendo rápidamente la expresión “posibles traidores” que se convierte en “seguros traidores”. Aparte de la culpabilidad psicoanalítica por haber sobrevivido mientras la gran mayoría no pudo, esos judíos que salieron con una pancarta en la que decían algo así: “Perdón por haber sobrevivido” (según un reportaje que pude ver en la 2 de TVE) lo más sorprendente del caso es que ocurrió muchos años después de haber terminado la Segunda Guerra Mundial.
Otra faceta que me interesa recalcar en la obra de Pedro Martín Cedillo, es su atención por los valores y su proyección en mitos, pero no los mitos clásicos, sino los actuales, llevándolos a través de la religión católica, la que en España hemos mamado todos, pero siempre dentro del marco del mito.
En las obras de Pedro Martín Cedillo siempre se aborda la visión de la escritura y la lectura, así como la necesidad de la cultura como camino hacia la libertad. En estas obras no hay malvados completos, siempre hay resquicios. En todos los personajes podemos encontrar dudas y ambigüedades, son complejos y ricos, atacan o se defienden con razones poderosas.
Y, sobre todo, leer estas obras constituye un auténtico disfrute. Un goce para cualquier lector, sea o no lector de teatro.
Francisco Vidal