ADDIO AL MAESTRO ZEFFIRELLI, ENTRE LA ESCENA Y LA PANTALLA

Ayer 15 de junio de 2019 desaparecía Franco Zeffirelli, brillante escenógrafo y luego un muy reclamado director escénico, que destacaría sobre todo en la dirección operística, y controvertido director de cine, en donde encontramos una carrera muy heterogénea, en la que adapta por tres veces a Shakespeare —su brillante Romeo y Julieta (1968), una de las mejores lecturas de esta obra, su Hamlet (1990) protagonizado por Mel Gibson se aparta de las interpretaciones habituales del príncipe melancólico—, obtiene un gran éxito con dos obras religiosas muy controvertidas, Hermano Sol, Hermano Luna (1972), una biografía sobre Francisco de Asis que conectaba con la cultura de la protesta y la vuelta a la naturaleza de los años 70, y una monumental y Jesús de Nazareth (1977)… sin olvidarnos de un hito del cine lacrimógeno, El campeón (1979), que también copó todas las carteleras.


ZEFFIRELLI HABLA

Comencé en la escuela, donde tuve contacto con teatro, escenografía, arquitectura, pero mi primer amor fue el cine. El cine me fascinaba, me interesaba. Comencé como actor de teatro. Eso se lo aconsejo a los jóvenes; yo hice todo lo que se pudiera hacer en el campo de la escena y aconsejo no limitarse, tener un ideal, una meta.

Empecé con todas las oportunidades que salían al paso; actué, hice escenografía y en una actuación mía Visconti me vio y me dijo que trabajara en su compañía de teatro. Lo hice, pero siempre haciéndole entender que no me importaba actuar tanto como dirigir y entonces fui su asistente. También fui asistente de Rosellini y de DeSica, con quienes adquirí bastante experiencia.

Le debo mucho a Visconti. Sin duda, él me ha enseñado mucho, aunque se aprende con todo el mundo si se tiene los ojos abiertos.

La mayor parte del tiempo viví sin darme cuenta de que vivía al día, nunca mire atrás. Ahora entiendo que me es importante hacer siempre lo que me guste, sin importar en cuál ámbito. Yo tenía un camino incierto: no sabía en qué dirección ir, si en la del teatro o el cine y tal vez por eso soy ecléctico.

Nunca he sido solamente un director italiano. Hice mucho teatro en Italia, pero siempre realicé películas internacionales.

El problema es el de siempre: encontrarse con uno mismo, nunca aceptar trabajos de conveniencia. Por los intereses económicos, un director puede estar obligado a aceptar ciertos compromisos ante las industrias cinematográficas. Muchos directores hacen películas sin creer en ellas, como un trabajo cualquiera… afortunadamente, hasta ahora, he evitado estos compromisos.

Fellini es un gigante del cine, es un verdadero autor que no utiliza pluma, ni papel, sino su cámara. Es uno de los pocos auténticos del mundo, que utiliza su propio material personal. En cambio nosotros partimos del material existente, de literatura. Fellini es auténtico, con todos los peligros que esta independencia implica; a veces torna a contar la misma historia y cuando ha hecho cine con recursos que no son los suyos, los resultados no son buenos, como le sucedió con Casanova y Satiricón, ¿lo recuerdan?

Pasolini es distinto: era un gran literato, un gran poeta italiano que hizo cine por vanidad o por dinero. Personalmente creo que Italia perdió a un gran poeta cuando él hizo cine. Era mediocre su cine. Pasolini era más bien conservador. Nunca aceptó en realidad los movimientos juveniles del 68: en los disturbios estaba más con los jóvenes policías, que eran hijos del pueblo, y no con los estudiantes hijos de millonarios. Él no era político: era humano y su corazón estaba con el pueblo y no con los falsos intelectuales. Esta era la grandeza del hombre.

Hollywood tiene grandes problemas, pero la realidad es que de cada diez películas que salen a las pantallas siete son norteamericanas. Vive un callejón sin salida y no sé cuánto tiempo podrá seguir, porque los costos de producción son enormes. Hollywood tiene un problema: faltan ideas. Vive el problema creativo, literario, de los temas. La dependencia del mundo literario es cada vez más fuerte: el 70 por ciento de Hollywood depende de los libros que se publican en ese momento. Se compran los derechos de autor antes de que el libro llegue a la imprenta, como el caso de El Padrino de Mario Puzo. Él pensaba escribir la historia de la mafia y no tenía dinero para hacerlo. La Paramount le compró los derechos antes de que él escribiera la historia y creo que hasta le dijeron lo que tenía que escribir. Le compraron los derechos por 20 mil dólares. Hoy el autor escribe pensando en la película, ¿por qué?, porque hoy pagan millones por sus derechos, mientras que las editoriales pagan poco.

Hay que esperar a que el Tercer Mundo se haya estabilizado, que haya tomado su propio rumbo. Estoy convencido de que la novedad vendrá del Tercer Mundo. Yo espero un verdadero renacimiento cultural y espiritual del Tercer Mundo, porque la cultura occidental sigue mordiéndose la cola. Creo que pasará como en el cuento donde la gente decía: “qué hermosa la capa del Rey, qué hermosas joyas, qué colores, fabuloso” y un niño dijo la verdad: “el Rey está desnudo”. Ese niño debe ser el Tercer Mundo. Siempre he sido ese niño, pero naturalmente no soy inocente, soy sofisticado, aunque he tenido el valor de expresarlo. Ante los falsos talentos dije: “no les creo. Pero soy inocente”

Extraido de la entrevista de JOSÉ PULIDO publicada originalmente en El Nacional, el 3 de octubre de 1981).

LA TRAVIATTA, POR ZEFIRELLI

SOBRE ZEFFIRELLI

Tomadas de Platea Magazine

Giancarlo del Monaco: 

Artísticamente era un profesional muy poliédrico: ópera, teatro, cine, musical… Era por supuesto un gran admirador de la Callas y un amante de las buenas voces. De hecho prefería una buena voz a un buen artista, y esto quizá fue un problema en algunas ocasiones. No era un director de escena en el sentido alemán, un regista como Strehler, atento a los pequeños detalles. Prefería un enfoque global, grandes espectáculos como sus dos producciones de Aida de la Scala o el Otello con Maazel.

Zeffirelli es un artista del siglo pasado, del 1900, cuyo legado ha pervivido en el siglo XXI. Algunos de sus espectáculos en la Arena de Verona dan buena prueba de su evolución, cada vez más centrado en la gigantomanía del espectáculo, dejando un poco de lado el trabajo con los artistas. Franco representa probablemente un canón de una manera de entender el espectáculo lírico, como lo fuera John Ford para el cine.

Mario Pontiggia:

Zeffirelli dio sus primeros pasos como director de escena en el Maggio Musicale Fiorentino. Su debut en la Scala fue un episodio complicado, precisamente por la enorme proyección de su figura, eclipsando al propio Visconti. Ahí están para atestiguarlo las imágenes de esa impagable producción de Il turco in Italia con Maria Callas. 

La figura de Zeffirelli es sumamente relevante porque para gran parte del público sus montajes son la forma ideal de lo que se considera hacer ópera. Y ese mismo modo de concebir la lírica le granjeó numerosas críticas, quizá exageradas, por parte de quienes pasaban por alto su enorme documentación, su gran sensibilidad y su extraordinario conocimiento del oficio. Zeffirelli concebía la obra en su totalidad, partiendo de unos bocetos maravillosos.

Daniel Bianco:

De pintor escenógrafo, dio paso al director de escena, profundamente convencido de que las reglas del espectáculo debían tender siempre a la perfección estilística y figurativa.
Se va uno de los grandes artistas del siglo XX, apreciado en todo el mundo porque su arte no admite replica o discusión, capaz de pasar con gran facilidad del teatro a la lírica, al ballet o al cine; transportando siempre al publico a un mundo soñado.

Emilio Sagi: 

Franco Zefirelli fue un gran creador tanto en la ópera como en el cine y el teatro. Logró hacer de la ópera un gran espectáculo con su talento y su creatividad.

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