INMA ALVEAR: LAS RAICES DEL DÍA DE LA MUJER

El 8 de marzo celebramos el día de la Mujer, un día que se ha institucionalizado para concienciar a la población en general de la necesidad de igualdad en salarios, trabajos, tiempos, descanso, cuidado de los hijos, visibilidad, oportunidades, cuidado de los mayores de la familia… Sigue habiendo cosas que parecen que son territorio exclusivo de la mujer.

A mi me gusta la sabia frase de Mary Wollstonecraft (la madre de Mary Shelley creadora de Frankenstein) que decía:  No deseo que la mujer tenga poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”

Porque en cuanto tomemos poder sobre nuestra vida, sobre nuestras necesidades, sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro papel en la sociedad, todo lo demás vendrá por añadidura.

Muchas creencias todavía hay que desterrar, muchas heridas que aún siguen latentes en el subconsciente femenino de miles de años de maltrato, de humillaciones, de imposiciones, de hacernos sentir de menos que hay que curar, cerrar, para no seguir transmitiéndolas a nuestras hijas e hijos como verdades. Y estas creencias aparecen cuando la mujer no se siente reconocida, no se siente visible, no se cuenta con ella porque no se la ve ni se la quiere ver.

El teatro, el cine, la danza, la expresión artística es fundamental para poder ofrecer al público el problema desde diferentes estéticas y que el público pueda mirarlo desde prismas ópticos y verbales que le ayuden a entender dónde puede posicionarse.

Pero también la cocina.

La cocina porque nos alimenta, nos equilibra, puede hacer que nos sintamos bien, llenas de energía y vitalidad, o frustradas, de mal humor y con la autoestima por los suelos.

El 8 de marzo es un día de reivindicaciones, pero también de fiesta, de apoyo. Bailar y cantar es una bella forma de reivindicar y para ello tienes que comer algo que te siente bien, que te de valor, que te empodere. La buena comida empodera.

Y para este día, me parece fundamental el dulce. El dulce es un sabor muy ligado a lo femenino. Según la medicina china, ligado también a órganos que tienen esta energía femenina como son el Bazo y el páncreas (órganos conectados a la tierra). La Madre Tierra por su fertilidad, por su creatividad y por su fuerza está en conexión con la esencia de la mujer.

No voy a hablar del dulce de pastelitos o de bollos o tartas de chocolate, eso sería muy cómodo. Lo voy a hacer para un día como hoy, un día incómodo pero necesario, un día profundo. El dulce que propongo es el de dos raíces como son la zanahoria y la chirivía. Raíces para que nos enraícen en la tierra, para que nos coloquen en el centro de atención, pero bien sujetas, rectas y fuertes (como los árboles que tiene raíces profundas y consistentes), y de esta manera que se nos vea tal y como somos, se nos valore y se nos deje nuestro espacio. Cuando tienes buenas raíces, tienes también tu lugar de equilibrio y de visibilidad. Ayudado, además, por este dulzor de dos excelentes verduras que además harán que saquemos toda esa esencia que nos caracteriza que hacen que este mundo sea más habitable.

Animo a los hombres a que se dejen llevar por esa energía femenina que tienen ellos también, a veces un poco escondida, a veces maltrecha por la vida. El dulce les ayudará a sacarla y expresarla.

Receta para cuatro personas

Ingredientes: 4 chirivías, 4 zanahorias, aceite de oliva, sal marina, orégano o albahaca seca

  1. Pelar las chirivías y las zanahorias
  2. Cortarlas en cerillas de un dedo de grosor
  3. Encender el horno a 180º
  4. Colocar en una fuente para horno un dedo de agua, las raíces ya cortadas, regar con un poco de aceite, sal marina y el orégano
  5. Hornear al menos 20 minutos a 180º
  6. Servir caliente como acompañamiento

INMACULADA ALVEAR

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