LOS INOCENTES ESTÁN A TU LADO. Auto de los Inocentes en el CNTC

Auto de los inocentes
DRAMATURGIA DE PEDRO VÍLLORA Y JOSÉ CARLOS PLAZA
Incluye Auto de los Reyes Magos (Anónimo S. XII) y textos de varios autores barrocos.
DIRECCIÓN DE JOSÉ CARLOS PLAZA
COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO
Del 21 de septiembre al 21 de octubre
https://ovejasmuertas.wordpress.com/2018/09/18/pedro-villora-y-la-creacion-de-auto-de-los-incocentes/

 

Ignoro si es la primera vez que el Clásico se plantea de forma tan dura la validez del texto clásico, si se ha llegado a preguntar acerca del sentido de su existencia, de hasta qué punto las sacrosantas obras del siglo de oro (y los protosiglos de oro, como en este caso) sirven para algo hoy en día. Lo cierto es que cada vez me he ido alejando de este centro, en el que los clásicos se convierten en formas de exhibición, en lucimientos, a veces en circos que nada significan. Puede que sea simple inercia por mi parte, carencia de la que me disculpo ahora mismo por si alguien se da por aludido.

El caso es que Pedro Víllora y José Carlos Plaza plantean en el corazón del templo de los tercetos encadenados, las décimas y los sonetos esplendorosos qué aporta el teatro clásico a la vida contemporánea. Pero no a nuestra vida, a esta vida en que nos refugiamos bajo una burbuja y en la que utilizamos los noticiarios de televisión como formas empáticas de exorcismo, sin que la desgracia ajena nos hagas mover un músculo más allá que el de la compasión. En el Auto de los inocentes vamos a vivir la angustia, la injusticia, la lucha inútil y la indefensión contra la destrucción de todo lo que tuvo sentido, la manipulación de las vidas de los otros, lo pernicioso de los buenos sentimientos, la imposibilidad de hacer más. Todo ello en la vida diaria en un centro de refugiados, en el que la indiferencia política y el mecanismo judicial hace que hasta lo más benéfico sea una maldición para los que sufren su encierro. Se hace falta más de un milagro para romper esta situación, y de hecho los milagros aparecen en la escena. Los milagros vitales y esa otra forma de milagros que son los textos. La escena adquiere entonces o la fuerza de la epifanía o el volumen del altorrelieve, de la multiplicidad de términos espaciales y de contenido. Pero la recuperación mágica del Auto de los Reyes Magos acaba con el texto tal como está, truncado. Lo único que lo finaliza es el recuento de la masacre de los inocentes por Herodes. No es casualidad que Laila, palabra, lleve un cuchillo escondido para defenderse tras haber sido violada y masacrada su familia. No es casualidad que el personaje que calla desde el principio de la obra, traumatizado por la muerte de la madre al atravesar el mar, responda finalmente con un discurso cerrado y contundente: “nada” con el que acaba la obra.
El Auto de los inocentes plantea todas las preguntas, formula las esperanzas pero tiene la valentía de no imponer falsas soluciones. Eso es algo que sólo el tiempo, con el precio del sufrimiento, nos puede proporcionar.

RAÚL HERNÁNDEZ GARRIDO

 

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